jueves, 30 de mayo de 2013

EL MUNDO DE AYER, STEFAN ZWEIG.

Opinión : Muy recomendable.

          Esta novela es una de las grandes autobiografías del siglo XX. A los pocos meses de concluir El mundo de ayer, memorias de un europeo Stefan Zweig se suicido, lo hizo en el año 1942 en Brasil lejos de la Europa que amaba en compañía de su mujer, se suicido abrumado por tanta crueldad impune que sufría ese tiempo. El mejor legado que nos pudo dejar fue esta novela que es una descripción excelente de la vieja Europa anterior a la primera guerra mundial y de los estériles intentos en el tiempo de entreguerras por oponer el nacionalismo a la idea de una Europa unida, consciente de su rica diversidad cultural, pretendía que todos sumáramos no que se restara a la mínima expresión, como luego después sucedió.

          Stefan Zweig fue un intelectual europeo, como ha habido pocos en el siglo XX, su biografía muestra también que nuestro mundo esta amenazado si olvidamos las razones del fracaso que se relatan en El mundo de ayer. No sin asombro, pendiente de ver en que momento se tuerce un paralelismo que bordea la acrobacia, el lector se pregunta en que extraño poder adivinatorio descansa la magia para que este libro sobre Austria y Europa pueda iluminarnos tanto un siglo después de lo que cuenta, sobre nuestro tiempo, casi nuestra actualidad. Es probable que ello se deba a la gran perspectiva, uno de los múltiples valores que presiden toda la obra de Stefan Zweig y que este libro ejemplifica.

         A los largo de la obra se vislumbra que la época que se representa en El mundo de ayer les trasmitió a los humanistas como Stefan Zweig, ya fueran creyentes o escépticos, que las luces alumbraban poco y que el progreso llevaba a la reiteración de liturgias primitivas, habíamos llegado lejos en el desarrollo y seguíamos siendo arcaicos. La humanidad evoluciona y el hombre es siempre igual a si mismo. Había un progreso acumulativo y una compulsiva repetición de malas conductas. Cuanto mas crece la humanidad. mas grande es la brecha que la separa del hombre, esa insistencia elemental que no terminamos de interiorizar, y que el autor quiso dejar grabado en nuestra memoria.

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