lunes, 29 de julio de 2013

SANTUARIO, WILLIAM FAULKNER.

Opinión : Muy recomendable. 

            Este libro narra una historia que es dura, cruel. Nada de abrir una corriente empática con los personajes más deleznables, como Capote, no hay un solo segundo de descanso. El mundo, sobre todo el de Faulkner, es un lugar con algunos rincones muy poco aconsejables y Santuario es la crónica de un garbeo por unos cuantos de ellos.  Más de uno perderá la paciencia ante la errática narración inicial, con elipsis que son cráteres y silencios que son largas noches a la intemperie. Adivinamos una casa al final de un camino, vemos gente entrar y salir, errar por ella. Vemos hombres y mujeres,a Popeye, a Temple Drake,  senderos en medio de la nada; y mucha oscuridad, física y psicológica. El prostíbulo de Memphis. Un coche volcado junto a un árbol, alcohol, una joven de buena familia, gentuza de la que justifica el término. Vaya si Faulkner (que dicen, renegaba de esta novela pues la había escrito por dinero) se esmera en esbozarlo todo a base de brochazos de prosa densa y de escasa concesión hacia el lector.  Y no solo es que haya que estar atento: es que Faulkner ha dispersado cualquier cosa parecida a una estructura lineal en varias millas a la redonda. Sobre todo al principio más de uno puede sentirse huérfano ante la sucesión de situaciones aparentemente inconexas y poco coherentes. Pero es que lentamente sale el sol: un sol resplandeciente que empieza a otorgarle sentido a tanto preliminar. Los arañazos pasan a ser heridas y el dolor deja de ser una punzada para ser la duradera sensación de un golpe bien propinado. O varios: hígado, riñones, sí, las partes nobles. Faulkner enfila la segunda mitad del libro con mucha mayor claridad, no diáfana, no, pero sí progresiva, con la convicción solo posible en los grandes de verdad.

viernes, 12 de julio de 2013

VIDAS HIPOTECADAS, ADA COLAU Y ADRIÁ ALEMANY.

Opinion : Aceptable.

             En este libro se intercala el análisis que podríamos llamar macro, de la situación de la vivienda, del mercado inmobiliario, de los marcos, jurídicos, económicos y financieros, con la referencia constante a casos individuales. Todo ello, desde una manipulación constante de los datos y de las fuentes, con constantes autoreferencias y medias verdades-mentiras absolutas (número de ejecuciones hipotecarias, suicidios, la supuesta liberalización del suelo que nunca existió, la negación de valor del suelo urbanizable, la valoración de los activos adjudicados, etc…) y opiniones que no dejan de ser los procedentes del múltiple movimiento del que la PAH es punta de lanza. Es dificil, en tantas páginas y compartiendo un espacio generacional con los autores no encontrar puntos de acuerdo: la acusación contra la clase política por haber descubierto lo inmobiliario como piedra filosofal, etc. Pero enseguida los caminos se bifurcan, rápidamente se olvidan de cómo el poder político se halla en la génesis de todo este desastre, para pedir más de lo mismo como solución, más poder político, más intervención, más regulación, menos libertad. Seamos claros, tras la lectura de este libro uno confirma sus tesis iniciales con respecto a la PAH. Tras afirmaciones tan peregrinas como que cualquier alumno de primero de Economía sabe que la función del Estado es intentar corregir los errores del mercado para se aproxime al máximo a la competencia perfecta, la cosa va mucho más allá. Si en un principio apuestan por una interpretación maximalista de los límites al derecho de propiedad que nuestra Constitución "quedabien" determinó, según va avanzando la lectura uno percibe como realmente la PAH no deja de ser el mascarón de proa de algo muy viejo.

      PAH no es más que un primer paso en la carrera activista de Colau y Alemany, como ellos mismos han reconocido. Han identificado una ola buena, y diciendo a los afectados y a la gente en general lo que quieren escuchar esperan cabalgarla hasta otra más nueva y potente. Despues de todo han conseguido que un país entero se cuestione el derecho de propiedad, por lo que no parece que sea tan difícil alcanzar otras metas.
 
   Se trata de utilizar la desgracia de la gente, para movilizarlos, para usarlos como tropa de choque de algo más amplio de lo que es el movimiento antidesahucios, la construcción de una suerte de estructura paralela a la del propio Estado, con una legitimidad que no nace en las urnas, y donde se elogian ejemplos como el de Argentina y el peronismo de los Kirchner. La

lunes, 1 de julio de 2013

DE LA NATURALEZA, LUCRECIO.

Opinión : Aceptable.       

          Con Lucrecio estamos ante una de las mentes más agudas e interesantes de la Antigüedad pero de la que poco sabemos, tan sólo los datos precisos que nos legó San Jerónimo. Según éste, nació en el 94 a.C. y se suicidó 43 años después, a consecuencia de la dolencia mental que padeció toda su vida, agravada tras tomar un filtro amoroso. Parece ser que también frecuentó a Cicerón en vida y que por eso éste se haría cargo del manuscrito a posteriori, revisando su poema y editándolo. Hombre de extensa cultura, escribiría este avanzado, increíble y contemporáneo poema en 7.400 hexámetros divididos en seis libros, tal vez la obra poética más grande e importante del latín clásico. Y cuyo contenido busca ante todo disipar toda duda y temor del hombre ante la muerte, los dioses y la posible vida de ultratumba, demostrando con razonamientos lógicos que sencillamente no existen. Sólo podemos conocer a la Naturaleza y sus infinitas divisiones: el atomismo, las «semillas de las cosas». Lucrecio de hecho identifica toda idea de religión como superstición, por eso los rayos de Júpiter caen en lugares desérticos, dejando de ser así castigo divino, o no pueden existir centauros porque a los tres años un humano no alcanza la lozanía que luce ya un brioso caballo.

            Por otra parte, nos llama poderosamente la atención la belleza increíble y el tono felizmente elevado con el que empieza este poema brillante, en contraste con su final, con esa terrible y desoladora descripción de una epidemia de peste que se desarrolló en Atenas muchos años antes de que Lucrecio naciera, en el 430 a.C., transmitida por Tucídides. Cuestión que ha llevado a muchos investigadores a cuestionarse si el poema encontrado estaría o no completo. En cualquier caso, esta disparidad responde históricamente al medio siglo agitado en que se desarrolló la vida de Lucrecio, y de su contemporáneo Catulo, autor no menos extraordinario: un periodo apasionante con guerras civiles, revueltas de Mario y Sila, conjuración de Catilina y ascenso de Julio César que sugiero conocer con tiento y despacio.