lunes, 1 de julio de 2013

DE LA NATURALEZA, LUCRECIO.

Opinión : Aceptable.       

          Con Lucrecio estamos ante una de las mentes más agudas e interesantes de la Antigüedad pero de la que poco sabemos, tan sólo los datos precisos que nos legó San Jerónimo. Según éste, nació en el 94 a.C. y se suicidó 43 años después, a consecuencia de la dolencia mental que padeció toda su vida, agravada tras tomar un filtro amoroso. Parece ser que también frecuentó a Cicerón en vida y que por eso éste se haría cargo del manuscrito a posteriori, revisando su poema y editándolo. Hombre de extensa cultura, escribiría este avanzado, increíble y contemporáneo poema en 7.400 hexámetros divididos en seis libros, tal vez la obra poética más grande e importante del latín clásico. Y cuyo contenido busca ante todo disipar toda duda y temor del hombre ante la muerte, los dioses y la posible vida de ultratumba, demostrando con razonamientos lógicos que sencillamente no existen. Sólo podemos conocer a la Naturaleza y sus infinitas divisiones: el atomismo, las «semillas de las cosas». Lucrecio de hecho identifica toda idea de religión como superstición, por eso los rayos de Júpiter caen en lugares desérticos, dejando de ser así castigo divino, o no pueden existir centauros porque a los tres años un humano no alcanza la lozanía que luce ya un brioso caballo.

            Por otra parte, nos llama poderosamente la atención la belleza increíble y el tono felizmente elevado con el que empieza este poema brillante, en contraste con su final, con esa terrible y desoladora descripción de una epidemia de peste que se desarrolló en Atenas muchos años antes de que Lucrecio naciera, en el 430 a.C., transmitida por Tucídides. Cuestión que ha llevado a muchos investigadores a cuestionarse si el poema encontrado estaría o no completo. En cualquier caso, esta disparidad responde históricamente al medio siglo agitado en que se desarrolló la vida de Lucrecio, y de su contemporáneo Catulo, autor no menos extraordinario: un periodo apasionante con guerras civiles, revueltas de Mario y Sila, conjuración de Catilina y ascenso de Julio César que sugiero conocer con tiento y despacio.

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