Opinión : Aceptable.
Dioses sin hombres discurre en el desierto de Mojave,
en la soñada California. Y alrededor solo arena. Un espacio desprovisto de
huellas dactilares, marcas o señales que recuerden si quiera que cualquiera de
sus personajes también pasó por allí. Porque allí no hay nada. Una visión probablemente insoportable para sus protagonistas porque, digan lo
que digan, no es fácil contemplarse por entero a uno mismo. Es por ello que se
buscarán en otras cosas, o entre las estrellas, en este basto desierto, en cuyo
centro se sitúan tres columnas rocosas. Y es precisamente alrededor de este singular
lugar, de estos pináculos, donde los personajes de Dioses sin hombres
se dan cita en un espacio atemporal que abarca desde el siglo XVIIII hasta el
año 2009 y hablan, entre otros, de sectas y jesuitas, de indios y casi también
de vaqueros, de padres de niños autistas, de estrellas de rock y de sexo,
drogas y coyotes. Seres que, en la mitología americana,
están a mitad de camino entre lo físico y lo espiritual. Astutos y estafadores.
Escurridizos. Una novela que parece sacada de una adaptación cinematográfica donde literatura y cine a buen seguro saldrán ganando..
No hay comentarios:
Publicar un comentario