martes, 11 de febrero de 2014

DIOSES SIN HOMBRES, HARI KUNZRU.

Opinión :  Aceptable.

    Dioses sin hombres discurre en el desierto de Mojave, en la soñada California. Y alrededor solo arena. Un espacio desprovisto de huellas dactilares, marcas o señales que recuerden si quiera que cualquiera de sus personajes también pasó por allí. Porque allí no hay nada. Una visión probablemente insoportable para sus protagonistas porque, digan lo que digan, no es fácil contemplarse por entero a uno mismo. Es por ello que se buscarán en otras cosas, o entre las estrellas, en este basto desierto, en cuyo centro se sitúan tres columnas rocosas. Y es precisamente alrededor de este singular lugar, de estos pináculos, donde los personajes de Dioses sin hombres se dan cita en un espacio atemporal que abarca desde el siglo XVIIII hasta el año 2009 y hablan, entre otros, de sectas y jesuitas, de indios y casi también de vaqueros, de padres de niños autistas, de estrellas de rock y de sexo, drogas y coyotes. Seres que, en la mitología americana, están a mitad de camino entre lo físico y lo espiritual. Astutos y estafadores. Escurridizos. Una novela que parece sacada de una adaptación cinematográfica donde literatura y cine a buen seguro saldrán ganando..

No hay comentarios:

Publicar un comentario