martes, 18 de junio de 2013

EL PROBLEMA DE SPINOZA, IRVIN D. YALOM

Opinión : Recomendable.

             En la pequeña población de Rinjsburg, a cuarenta kilómetros de Amsterdam, hay una casita de grandes adoquines con tejado a dos aguas y ventanas emplomadas que contiene un museo. Las dos salas de que consta ofrecen al visitante detalles nimios de la vida tal y como tenía lugar cuatrocientos años atrás: una cama con dosel y sábanas de Holanda, jofaina, espejo, escabel; un conjunto de útiles de aspecto desconcertante que, si el profano no lee el prospecto que recibe a la entrada, jamás llegará a reconocer como herramientas para la manufactura de lentes; un escritorio con candil y un armario donde se acumulan centenar y medio de libros gruesos como sacos, todos ediciones originales del siglo XVII y anteriores, en seis lenguas, holandés, portugués, español, hebreo, latín y griego. Es la biblioteca de Spinoza: una radiografía, como si dijéramos, del interior de su cerebro, una imagen al trasluz de la mente que alumbró el sistema metafísico más detallado y sorprendente de la historia de las ideas. Poseer la biblioteca de Spinoza significaría algo así como apropiarse de su alma, de los prodigios y vislumbres que llegó a contener: sería el correlato más acabado de ese viejo ritual mediante el cual las tribus del pasado pretendían asumir el valor o la fuerza del rival devorando su corazón. Un hombre quiso devorar el corazón de Spinoza, es decir, robar su biblioteca. Fue Alfred Rosenberg, ideólogo nazi, miembro de la plana mayor del NSDAP y uno de los responsables directos de la masacre de seis millones de judíos en la Segunda Guerra Mundial. Rosenberg detestaba a los judíos, pero admiraba a Spinoza. Eso le ponía en un aprieto: en un dilema insoluble entre cuyas aguas se mueve la novela de Irvin Yalom que reseño aquí.

             Alternando capítulos pares e impares, Yalom combina la vida de Spinoza con la de su némesis: así, en escenas que ganan sabor con el contraste, asistimos también a la incompetencia de Rosenberg en el instituto de bachillerato en que estudia, a sus primeros escarceos con el partido nacionalsocialista, su amistad con Eckart y Hitler, la depresión final en que le hunde el fracaso de su indigesto El mito del siglo XX, obra de lectura obligatoria en las escuelas arias donde se revela que la causa de la degeneración mundial radica en el judaísmo. El problema de Spinoza al que hace referencia el título se plantea, así, del siguiente modo: cómo es posible que una raza degenerada y nociva produjera la mayor mente que ha conocido la humanidad. Pero, aplicando las herramientas psicoanalíticas de las que el autor se sirve tan a gusto, el problema puede llegar más lejos e interrogar directamente al lector: ¿cómo es posible despreciar a quien no se conoce? A menos, claro es, que el desprecio no sea sino otra versión u otro nombre de la propia ignorancia.

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